El que fuera presidente de FEAPS y del CERMI, Alberto Arbide, falleció ayer en San Sebastián a los 85 años de edad. A continuación ofrecemos varias semblanzas elaboradas por personas que le conocían bien.
Hasta siempre Alberto
Murió Alberto Arbide. Corrió la noticia de boca en boca con la triste dimensión de las que nos convierten en más pobres. Triste, profundamente triste para todas las personas que, de una u otra forma, hayan tenido o tengan que ver con el ámbito de la discapacidad intelectual. Para quienes hayan conocido a este hombre bueno que contribuyó de modo decisivo a impulsar el proyecto de FEAPS, del que fue presidente de marzo de 1995 a noviembre de 2001.
Queda en el recuerdo de todos su talante dialogante y negociador, su sensatez y operatividad que respondió en todo momento a su propósito de renovación continua de la actitud reivindicativa en relación con las personas con discapacidad intelectual, “nuestro eje y objetivo esencial”.
Abogado nacido en San Sebastián, ciudad en la que también falleció, Alberto Arbide se había acercado al mundo de la discapacidad intelectual, “para siempre” en 1967, respondiendo a una solicitud de ayuda por parte del sector, para poner en marcha una escuela en las afueras de la ciudad donostiarra.
Aquel primer acercamiento consolidó en su paso a la Asociación Guipuzcoana, ATZEGI, de la que fue vicepresidente y presidente. Más tarde sería máximo mandatario de la Federación Vasca y jugaría un papel clave en la constitución de la primera fundación tutelar que existió en España. Y tras ser vocal y vicepresidente de FEAPS, pasaría a ocupar la máxima responsabilidad de la Confederación y, entre otras funciones, la presidencia del CERMI.
Desde este primer día de su ausencia queda en el recuerdo y para siempre su calidad humana y su visión de futuro de la que todos hemos sido los primeros beneficiarios. Tiemblan hoy, emocionadas en el aire, sus propias palabras: “La discapacidad hace florecer otros valores y en nuestro campo es fácil observar que están muy desarrollados sentimientos relativos al amor, a la solidaridad, a la amistad…”
Hasta siempre, Alberto.
(Javier López Iglesias, director de VOCES).
Un referente en la historia de FEAPS
Si FEAPS es parte fundamental de la historia de la discapacidad intelectual en España, Alberto Arbide ha sido parte fundamental de la historia de FEAPS, de cuya Junta Directiva fue miembro desde octubre de 1981 hasta abril de 2010. Comenzó su andadura en este mundo de la discapacidad a mediados de los 60, como vocal designado por la Caja de Ahorros de San Sebastián en el Patronato San Miguel, del que formó parte como un compromiso personal con la sociedad, ya que no tenía ningún familiar con discapacidad intelectual.
En 1995 recogió el testigo de la presidencia de FEAPS, en una situación de cierta crisis en la Junta Directiva y con la percepción de que el mundo FEAPS necesitaba una revisión profunda, en cuanto a su ideología, valores, estructura y forma de estar en la sociedad. Con él se recuperó la armonía perdida en el seno de la Junta Directiva y en el conjunto de la organización.
Bajo su mandato tuvo lugar el Congreso de Toledo siglo XXI que supuso un punto de inflexión en la vida de FEAPS. Alberto Arbide se dio cuenta en seguida de la importancia de este proceso y lo impulsó con el máximo empeño. “Es el reto más importante que FEAPS tiene que acometer”, decía con absoluta convicción. Fruto de este congreso, entre otras consecuencias, fue la elaboración del primer Plan Estratégico que introdujo a la organización, no sólo a la Confederación, en la planificación estratégica. El Congreso tuvo otros derivados importantes, referidos en esta historia, que contaron siempre con el impulso y el apoyo de Alberto.
Durante unos años compagino la Presidencia de FEAPS con la del CERMI y, en esa doble condición fue capaz de impulsar esta plataforma del mundo de la discapacidad, marcando un clima de cooperación entre las organizaciones que ha sido el determinante para el éxito de esta organización.
Promovió también la creación de la Asociación Española de Fundaciones Tutelares. Había sido también el Presidente de la Fundación Tutelar de Gipuzkoa, la primera creada en España.
En 2001, cedió el testigo a Pedro Serrano durante el Foro de Sevilla, convocado para evaluar el I Plan Estratégico aprobado en 1997.
Con la muerte de Alberto desaparece un referente en FEAPS. Porque fue un gran presidente, porque era un caballero y, sobre todo, porque fue un hombre bueno que deja un recuerdo imborrable entre quienes hemos tenido la suerte de contar con su amistad y de trabajar a su lado en FEAPS y en el mundo de la discapacidad.
(Paulino Azúa, ex director de FEAPS).
Todo un señor, todo un caballero
Cuando en cualquier ocasión me he encontrado con alguien que conocía a Alberto y hemos hablado de él, siempre, en uno u otro momento, surgía esta descripción: “…es que es todo un señor, un verdadero caballero…”
Claro que cuando, en un principio, uno va construyendo significados de determinados términos lo va haciendo con los esquemas o modelos mentales que operan y se proyectan desde la sociedad. Así la idea de caballero yo la asociaba a una persona cortés, elegante, bien vestida, quizás algo antigua, que cede el paso a las señoras…
Luego son las personas que vas conociendo y especialmente las que producen en ti sentimientos profundos, las que verdaderamente van cargando de significados los términos. Desde que conocí a Alberto Arbide, el término caballero se ido transformando de tal manera que si me paro en profundidad en describir cómo era –cómo es- Alberto, sin darme cuenta estoy describiendo a un caballero, a todo un caballero.
Para mí, un caballero, es decir Alberto Arbide, es una persona cortés -muy cortés-, impecable, elegante, atenta, tradicional, que, por supuesto, cede el paso a las señoras y se acuerda siempre de saludar y de preguntar por todos y por todas…, pero también es muchas más cosas y mucho más valorables; es veraz, noble, leal, con valores firmes, comprometido, sencillo, modesto, humano, bueno, especialmente bueno, y capaz…, capaz de defender y hacer realidad ideales.
La labor de Alberto en el Movimiento Asociativo FEAPS y en el de la discapacidad en general es incalculable. Por su intervención en determinados momentos clave y por su actitud potenciadora y facilitadora en todas las trincheras en las que ha luchado. Tanto en su labor en ATZEGI, como de directivo y presidente en FEAPS, y también como primer presidente del CERMI.
Yo, lo que más recuerdo es su etapa como presidente de FEAPS y especialmente su papel en el primer Congreso de FEAPS que se celebró en Toledo en 1996, tanto en el proceso previo como en su celebración y posterior despliegue. Dicho congreso constituyó el inicio de una revolución, tanto en la manera de entender la relación con las personas con discapacidad intelectual como la manera de entender las organizaciones y la unión del movimiento asociativo. Alberto, nada más acabar el congreso dijo: “las conclusiones del Congreso de Toledo es lo más importante que tenemos entre manos y todos nuestros esfuerzos estarán dirigidos a cumplirlas”. Conocía el cambio que suponía aplicarlas y, desde valores muy arraigados en su manera de ver el mundo, apostó decididamente por ellas. Por eso, me atrevo a definir a Alberto, si se me permite la paradoja, ahora que nos oye, como el conservador revolucionario. Lideró un cambio profundo y tranquilo y los resultados, fruto de ese inicio y de la credibilidad que desprendía, están claramente a la vista.
Otra característica de Alberto es la firmeza y la honestidad frente quienes intentan incorporar espacios tenebrosos de inmoralidad en un quehacer tan noble como el que el movimiento FEAPS tiene entre manos. Alberto, desde su tranquilidad, puso en momentos transcendentales para el futuro de FEAPS, líneas rojas a quienes pretendieron hacer de esto otra cosa más interesada que la mera unidad y la solidaridad en torno a un proyecto compartido.
No puedo dejar de resaltar, con más énfasis aún, el compromiso con la causa de las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo. Dedicó casi toda su vida a ellas desde el más puro voluntariado desinteresado. Alberto no tenía ningún familiar con discapacidad. Amó a las personas y se dedicó a las personas y representó a sus familias y a todo el movimiento asociativo durante muchos años y lo más curioso de todo es que nadie notaba que Alberto no era familiar.
Adiós Alberto, hasta siempre Alberto. ¡Todo un señor, todo un caballero!
(Juan José Lacasta, director de Estrategia y Desarrollo Organizacional de FEAPS).