Las personas con discapacidad intelectual,
sus familias, el voluntariado y las y los profesionales
de las entidades de Plena inclusión deben tener
una formación actualizada y de calidad
que les permita afrontar los nuevos retos.
Además, es importante compartir y organizar
el conocimiento sobre discapacidad
para que todas las personas
puedan aprovecharlo.